martes, 25 de febrero de 2014

LO NORMAL DEL PERIODISTA

Redacción de ABC


Recapitulo el día por orden de aparición. Hoy he hablado por teléfono con un comandante, una inspectora de Policía, un comisario y dos jefes de prensa. He tomado un café (en realidad un zumo de naranja, pero me ciño al convencionalismo de la expresión) con un capitán, un teniente y un guardia, con éstos a la vez. Ahí acabó la mañana (las charlas con los compañeros no cuentan aunque sean profesionales). Ya por la tarde he vuelto a la tarea: de nuevo llamé a la jefa de prensa mencionada, pendiente de la misma gestión, a una abogada a la que tengo gran aprecio aunque nunca me cuenta casi nada, a un comisario que estaba ocupado y me ha emplazado para más tarde y a otra letrada a la que continúo esperando. Hoy ha sido un día tranquilo, de continuidad de algunos asuntos abiertos, de esos en que das gracias porque necesitas un pequeño respiro. 

Si preguntara a los compañeros que se ocupan de estos mismos temas probablemente relatarían una secuencia de llamadas y entrevistas (los correos ni los menciono) más o menos parecida, según las fuentes y los asuntos que en este momento tengan en marcha. Esto es periodismo. Una parte pequeña del oficio, basada en el dato y el contraste por la delicadeza de lo tratado, porque "jugamos" con vidas y con honras. Cuando se ejerce con honestidad y dedicación no queda otra que abrasar permanentemente a las fuentes. 

No siempre podemos comprobar y someter a verificación todo lo que querríamos, pero me consta que casi todos los que nos dedicamos a los sucesos y sus orillas lo intentamos. Nos la cuelan a veces, vaya si nos la cuelan, incluso fuentes por las que habríamos apostado la cabeza pueden fallar un día. Sigo creyendo que es el mejor oficio del mundo (para mí, obvio); me sigo divirtiendo, continúo aprendiendo, me agarro unos disgustos descomunales y no hay mes en que no piense en retirarme. Pero luego el veneno inoculado vuelve a extenderse por el cuerpo y el cerebro y una noticia te vuelve a resucitar. Esto es periodismo. Lo otro es otra cosa. Lo respeto, lo aplaudo si hace falta como ejercicio, como experimentación, pero por favor no me vendan la envoltura de que es lo mismo porque no lo es; ni me cuenten la cantinela de remover conciencias. Solo pido que lecciones las justas. Los que se han pasado muchas horas en la calle y/o peregrinando detrás de una noticia conocen la diferencia. La esencia sigue siendo importante (al menos para mí); la semilla del oficio también. Recapitulo el día casi al cierre (si no suena el teléfono a una hora intempestiva). Mañana les vuelvo a ver y si les interesa les vuelvo a contar. Se llama Periodismo, no lo olviden.      

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